Bakunin y la incoherencia




Bakunin y la incoherencia.

Gusta decir de Bakunin (ese revolucionario anarquista nacido en 1814 y muerto en 1876) las necedades de los desinformados y desconocedores, a saber toda la serie de tópicos, que le tildan de violento, terrorista y hasta de psicópata, pero gusta aun más decir los exabruptos mal intencionados, que lo catalogan como un individuo incoherente y contradictorio. La manipulación que a sufrido una obra como el Catecismo revolucionario tanto en la época en la que se escribió por parte del fanático nihilista Nechaief (y otros aun más fanáticos como Marx) como en la actualidad por los reaccionarios de uno y otro color, quizás pueda explicar esa amalgama de prejuicios. Como ayuda podríamos citar algunas frases de ese al que describen como una “bestia humana” un hombre que fue capaz de esgrimir argumentos tales como “Nosotros pretendemos destruir instituciones, nunca jamás destruiremos hombres” o “Cuanta más sangre derrama un proceso revolucionario más desvirtúa y traiciona el sistema que pretende instaurar”.
La experiencia nos dice que esta estrategia es además de antiquísima muy popular, y ya uno conoce en lo que desencadenan. Marx inicio la tradición con su carácter infantil y envidioso, era capaz de ir del ataque más pueril, al más rastrero y miserable, desde la vida sentimental de Bakunin, ha inventarse que era espía ruso al servicio del Zar. Las consignas de Bakunin confirmaban una verdadera sinceridad revolucionaria “Solo soy verdaderamente libre cuando todos los seres humanos que me rodean, hombre y mujeres, son igualmente libres”. Marx no tenia impedimentos en denominarlo “agente zarista” después de que Bakunin se pasara doce años consecutivos en prisión (siete de ellos en Siberia) entre otros por orden del Zar.
Es una gran ironía que sea un hombre como Marx el que acuse de tales cosas, no hemos de olvidar que con motivo de la guerra de Estados Unidos contra México, Marx afirmo que los “mexicanos eran una raza subdesarrollada y degradada, un grupo de sub-españoles”, y a su vez y debido al enfado que le producía que sus ideas fueran tan impopulares en España denominaba a los españoles “como una raza mezquina, con gusto por la sangre”, lo mismo que diría Churchill con motivo de la guerra (revolución) española. A su vez mostraría su preferencia de que la guerra franco-prusiana se saldara con la victoria de los segundos, a pesar de que el gobierno prusiano se enorgulleciera de ser la “representación de la reacción”, este deseo de Marx se fundamentaba en que según su propias palabras “La victoria de Prusia sobre Francia supondrá la victoria de nuestra teoría sobre la de Proudhon”. Tampoco es desconocida la ocasión en la que Bakunin y Marx coinciden en un circulo de amigos comunes y estos conocedores de sus desavenencias les instan a saludarse (según algunos a abrazarse), parece que ambos seden, pero entonces Marx aprovecha la coyuntura para vomitar las siguientes palabras “Bakunin, sabes que ahora tengo tantos y tan fieles correligionarios y seguidores, que si les ordenara a cualquiera de ellos que te mataran, no dudarían en hacerlo”(hasta para amenazar hay que tener dignidad).
Pero dejando ya el pasado y al megalomaniaco Marx, respondamos a estas acusaciones de incoherencia (justamente las mismas que lanzaron contra Proudhon), aparte de en las difamaciones marxistas, podríamos encontrar su motivación en la supuesta trayectoria intelectual o vital de Bakunin, pensar lo primero podría llegar a perdonarse, lo segundo nunca. En cuanto a su trayectoria intelectual se han llegado a determinar cuatro periodos diferentes en la incursión de Bakunin al mundo de las ideas, la 1ª es la de su profundo estudio de la filosofía alemana y en concreto del hegelismo de izquierdas, la 2ª es su descubrimiento del socialismo francés sobre todo de Proudhon, en 3º lugar su acercamiento al paneslavismo y el 4º es por ultimo su fusión hasta el final de su vida con el anarquismo. En primer lugar entendamos una cosa (además es sorprendente darse cuenta de que, conservando todas las distancias posibles y por caminos bien distintos, Bakunin y Marx comparten varios de estos periodos de adherencia a las distintas filosofías, Marx también empezaría en el hegelismo de izquierdas, descubriría después el socialismo francés precisamente a manos de Proudhon, la única diferencia es que Marx se haría pan germánico en vez de paneslavista, y su unión al comunismo autoritario no hizo que dejara de ser pan germánico y sin embargo ¿Por qué nadie habrá acusado nunca a Marx de contradictorio?), se puede ver en estos periodos tan diferentes entre si (para muchos no) una contradicción e incoherencia, poco importa si es así, hay datos puramente intelectuales que nos harán ver algo muy distinto, de los datos vitales hablaremos más tarde, los expondré y dejaremos que hablen por si solos.
Criado en una familia de pequeños aristócratas con un padre de ideas liberales que cada vez irá convirtiéndose en más rígido, Bakunin recibe una educación con grandes dosis de libertad hasta que ésta se convierte cada vez en más autoritaria. Un hecho de su infancia le marca profundamente, algunos de sus familiares son “revolucionarios” miembros de los decembritas, en consecuencia sufren la misma suerte que todos los del movimiento, son ejecutados. Ya de pequeño y hasta su adolescencia Bakunin muestra su ingenio insurreccional en sus actitudes y comportamientos, se niega a seguir la carrera militar y abandona el ejército (lo cual estaría a punto de costarle un juicio por deserción) y también un puesto de funcionario por su “fobia a los uniformes”, ni siquiera se le ha dado el significado libertario a la palabra anarquía y él ya es un anarquista instintivo.
La filosofía alemana le absorbe, le encanta Fitche y se siente reflejado e identificado con su tratamiento del amor y sobre todo lo interpreta con la finalidad de librarse de toda ley, buscando “que su yo se libere”. Será Hegel quien más influya en él, hasta el punto de la obsesión y de ver su dialéctica y sus categorías haya donde mire, viaja a Alemania y se une a los hegelianos de izquierdas (sería interesante conocer fidedignamente la impresión que le pudo causar encontrarse con un hombre como Stirner, tan osado como él en las ideas aunque no en la vida, según se dice Stirner vio en él “la representación de sus ideas”), sin embargo el contacto con algunos de estos hegelianos y el vivir de primera mano la frialdad de dichas filosofías, le lleva a desengañarse de ellas.
Bakunin comienza a analizar de otra forma la obra de Hegel, ve en su obra la representación del status-quo, y en vez de un movimiento constante ve un inmovilismo permanente, es entonces cuando se hace partidario de la negación, de la antítesis. Si la tesis es la autoridad la antítesis ha de ser la libertad, si la tesis es el gobierno la antítesis ha de ser la destrucción del mismo (anarquía) ¿para que más? ¿Hace falta más análisis o reflexiones? La solución está en la insurrección permanente.
Es de esta época, cada vez más alejado del hegelismo o más bien rompiendo con él, de cuando data su célebre frase “el espíritu destructor es a su vez un espíritu constructor”. Y es también cuando instintivamente empieza a hacer eso que siempre a hecho, levantar su voz contra sus sempiternos enemigos, la férula de la opresión y el yugo del poder, pero esta vez mucho más alto “Cuando decimos que la vida es bella y divina, entendemos por eso que está llena de contradicciones; y cuando hablamos de esas contradicciones, no es una palabra vacía. No hablamos de las contradicciones que sólo son puras sombras, sino de contradicciones reales, sangrantes". ¿Hemos visto en su etapa Hegeliana alguna contradicción, con las posteriores ideas anarquistas de Bakunin, más aun con su vida dedicada a la revolución? Sus actitudes, comportamientos y pensamientos nos demuestran que no, y si las ideas que expresa no nos sirven, deberán hacerlo sus actos, su ruptura inexorable con el tibio hegelismo. Cierto es que eso también lo haría Marx, pero con una importante salvedad independientemente de su carácter antagónico (de los cuales hablaremos después, con la sana intención de que habiendo comparando su procesos intelectuales con el fin de demostrar que son incomparables, quede igualmente demostrado que solo igual de incomparables son sus actitudes, caracteres y acciones), y es que además de sus personalidades, también varían sus motivos, es distinto romper con un dogma por que en él quedarían secas tus ansias revolucionarias, tal y como haría Bakunin, a romper con él, por que quieres y necesitas convencerte a ti mismo, de que eres superior a las personas que lo procesan, tal y como hizo Marx.
Porque quien nunca amó la revolución no puede temer perderla. Mientras que Bakunin rompe con los privilegios de su origen aristócrata, Marx nunca renunciaría al entorno burgués en el que se crió, por lo menos sus actos así lo demuestran. Nacido de un abogado, que aunque de origen judío se convertiría al protestantismo con fines pragmáticos, Marx nunca dejaría de ser lo que no se cansaba de llamar a todos sus enemigos, un “petit-burgués”, frustrado debido a que su escaso valor personal le impedía ser un revolucionario de barricada, es decir, un verdadero revolucionario.
Mientras que Bakunin vivía en la miseria y se veía obligado a recurrir a la solidaridad de sus amigos (algunos como Roeckel llegaron a vender sus muebles para ayudarlo), Marx vivía desahogadamente gracias también a la “solidaridad” de su amigo Engels, sin embargo Marx acusaba a Bakunin por medio de preguntas insidiosas tales como “¿Podrán decirme los amigos de Bakunin de qué vive ese señor, cómo vive y dónde vive?” mientras que él vivía gracias al sudor de los obreros de las fabricas de Engels, en un papel de proxeneta reciclado muy ligado a su carácter. Volviendo a Bakunin, debemos darnos cuenta de que su alejamiento del hegelismo fue inherente a su acercamiento al socialismo, el cual ya había empezado a estudiar mientras aún estaba en Alemania (además de que ya en Rusia se había establecido su amistad con Herzen, aunque el socialismo de este último no podría compararse con el que llegaría a desarrollar Bakunin). Viaja a Suiza en 1863 y allí conoce a Weitling, el cual le pone sobre la pista anarquista (sin que el propio Weitling lo fuera) gracias a este párrafo "La sociedad perfecta carece de gobierno; sólo posee una administración. En ésta no existen leyes; sólo rigen las obligaciones. No existen en su seno los castigos; sólo se emplean medios de corrección". Sería sin embargo su viaje a Francia en 1864 el que le haría descubrir la grandeza del socialismo, gracias sobre todo a las enseñanzas de Proudhon. El hombre que por primera vez lanzaba la palabra “Anarquía” como sinónimo de orden, se ganaría al joven revolucionario para su causa, noches y noches de apasionadas discusiones así lo avalan.
El mismo proceso se repetiría con Marx (el cual ya había roto con sus antiguos colegas hegelianos, no sin antes obsequiarles con la más variopinta serie de descalificaciones, que los hermanos Bauer y Karl Grun ya se esperaban), aunque con una gran diferencia, la adherencia de Marx era fingida, una impostura como tantas otras que repetiría tantas veces como le fuera posible, y de las que su trayectoria está más que salpicada.
El modus operandi de Marx era el siguiente, se acercaba cuanto pudiera a un individuo o círculo intelectual, extraía de ellos todas las enseñanzas posibles (siempre fingiendo afinidad) y cuando ya no había más que aprender o surgía la más mínima desavenencia era el momento de romper con sus maestros, sin escatimar insultos y ataques de toda. Esto mismo ocurriría con Proudhon, después de que el confiado anarquista le enseñara las sendas del socialismo, Marx quiso alinear a Proudhon en una cruzada contra Karl Grun (el cual también se había unido al socialismo), Proudhon se negó y eso le hizo ganarse la enemistad de Marx de por vida, como demuestra el ataque pueril de Miseria de la filosofía (en contestación al Filosofía de la Miseria de Proudhon).
Pronto estallarían las revoluciones del 48, allí encontraremos a Bakunin, en su elemento, no el escritorio, si no la barricada, la calle en llamas (un oficial de alta graduación diría de Bakunin “Vaya hombre, el primer día de la revolución vale un tesoro, el segundo día hay que fusilarlo”). Bakunin iría barricada por barricada luchando en todas, en París, en Praga, en Berlín, en Dresde, siendo poco antes de que estallaran estas revoluciones cuando Bakunin, viendo el estado latente de las mismas, empezaría a ver expectativas revolucionarias en los pueblos eslavos, sería cuando escribiría su Llamada al paneslavismo, y cuando por tanto empezaría su supuesto acercamiento al nacionalismo.
¿Pero acaso no fue Bakunin un nacionalista y un patriota?, Bakunin fue ante todo un anarquista y esto hace que sea ante todo un revolucionario, siempre hasta antes de conocer el significado de la palabra Anarquía se opuso a la autoridad, a la jerarquía, al gobierno, al estado, a la desigualdad y a la discriminación. Estos planteamientos fueron defendidos por Bakunin intransigente e inflexiblemente durante toda su vida y hasta que llego su muerte, sin renunciar a ellos jamás, en base a esto y a conocer sus ideas, escritos y actos, he de afirmar que Bakunin en lo que se refiere al nacionalismo, fue un hombre que se equivocó de medios, pero no de fin, fue un hombre equivocado pero no un nacionalista. Bakunin buscaba una revolución integral, la redención absoluta de la humanidad, e intentaba lograr esto usando todos los medios que tuviera a su alcance, utilizando simplemente los que en los determinados momentos de su vida le parecieran más acertados, sin variar nunca de objetivo, la libertad. Fue esto lo que buscaba e hizo con el hegelismo de izquierdas al final de los 30, y lo que haría en gran parte de los 40 con el socialismo.
Esto no quiere decir que fuera un maquiavelista, él no pensaba que el fin justificara los medios, él creía que sus medios eran los correctos y adecuados, pero no sería hasta los últimos doce años de su vida, cuando él encontraría el único que supo verdadero, la praxis netamente anarquista, porque aunque su actuación e ideas siempre fueron las de un anarquista, sería sobre todo en esos años cuando comprendería de forma más nítida la verdad que siempre intuyó y sintió, para un fin anarquista han de usarse medios anarquistas.
Por eso, y como ya hemos dicho, tanto como el hegelismo y el socialismo, el nacionalismo no fue para Bakunin más que un medio efectivo para hacer la revolución, una brecha que parecía más abierta que ninguna otra y por la que podía iniciarse un proceso revolucionario.
Además una motivación puramente anarquista fue la que erróneamente le hizo acercarse al nacionalismo, Bakunin fue uno de los primeros que propugnó una revolución de obreros y campesinos, concediéndole a los campesinos un papel de tanta importancia como el de los obreros urbanos, sin que los campesinos pudieran quedar subyugados o supeditados a la voluntad de los trabajadores industriales. A Bakunin le obsesionaba y preocupaba este tema, temiendo que después de la revolución pudiera crearse otra élite privilegiada, era éste uno de los primeros y principales enfrentamientos con el marxismo, ya que Marx no solo consideraba que los campesinos debían someterse al proletariado industrial, sino que ni siquiera contaba con ellos para la revolución y los consideraba hasta una fuerza reaccionaria y contra revolucionaria (de todo esto hablaremos más tarde y lo apoyaremos con un texto demostrativo).
Esta profunda preocupación por la futurible marginación y exclusión de las clases campesinas, además de la racista defensa de Marx de la “superioridad del obrero alemán sobre los degradados pueblos eslavos de pastores y campesinos”, hizo que Bakunin se pusiera del lado de estos últimos, es decir del lado de los pueblos campesinos por excelencia. La “causa de los pueblos oprimidos contra los pueblos opresores” de las “nacionalidades esclavizadas contra los esclavizadores” se desmoronarían como un castillo de naipes de la cabeza de Bakunin nada más profundizar en lo que siempre había creído, “no hay pueblos opresores y oprimidos, solo hay individuos opresores e individuos oprimidos, las causas de las nacionalidades no existen, cuando solo existe un pueblo, el pueblo humano, y cuando solo hay una libertad que defender, la libertad de todos”.
Como hemos demostrado, Bakunin nunca dejó de ser ni de sentirse anarquista, el nacionalismo no solo desaparecería por completo sino que encontraría en Bakunin uno de sus más fieros enemigos, su odio al patriotismo sería inigualable, y después de que sus intentos revolucionarios junto a los insurgentes polacos (demasiado moderados para Bakunin) le costaran doce años de prisión (cosa que nunca hubiera soportado Marx), de que dedicara, de esos doce, los cinco que paso en Siberia a observar desde abejas, termitas, hormigas, perros…(y todos los animales que encontraba) con el fin de analizar el territorialismo animal, que da origen al patriotismo humano, y de su gran decepción con el movimiento nacionalista en los dos primeros años después de su huida de prisión, encontramos en 1864 a un Bakunin netamente ateo, federalista y anarquista.
Los años de prisión lejos de intimidarle le dieron más impulso para lanzarse aun con más ferocidad a la fría yugular del Estado. En su tiempo en prisión ha de destacarse su Confesión al Zar, que no es en absoluto la súplica de clemencia que han interpretado sus detractores, es por el contrario una justificación de sus ideas, un grito vivo y desesperado a la libertad, y como he leído por ahí “casi parecía que intentara captar al Zar para la causa revolucionaria”. Para zanjar por último el aspecto concerniente al nacionalismo y al anarquismo a finales de los cuarenta, solo he de reproducir dos cartas, una de 1845 y la otra de 1848, y la frase que esgrimiría en su Federalismo, Socialismo y Antiteologismo (la primera obra que escribiría después de salir de la cárcel), además de un fragmento extraído de su serie de artículos dedicados al patriotismo.
La 1º carta dice “No creo en constituciones y en leyes; la mejor constitución no podría satisfacerme. Necesitamos algo diverso: tempestad y vida y un mundo sin leyes y por tanto libre”, la 2º “Libertad a los hombres, esa es la única, legítima y bienhechora influencia. ¡Abajo todos los dogmas religiosos y filosóficos! No son más que mentiras, la verdad no es una teoría, sino un hecho, la vida misma-la comunidad de seres humanos libres e independientes-, la santa unidad del amor que emana de las infinitas y misteriosas profundidades de la libertad personal”. Y su famosa frase (que representa todo un programa) es la siguiente “Todo aquel que desee sinceramente la paz y la justicia internacional, debe renunciar definitivamente a lo que es llamado “la gloria, el poder y la grandeza de la patria”, debe renunciar a todos los intereses vanos y egoístas del patriotismo”.
Por último el extracto de dichos artículos “El Estado es el hermano menor de la Iglesia, y el patriotismo, esa virtud y ese culto del Estado, no es otra cosa que un reflejo del culto divino… el Estado ha sido siempre el patrimonio de una clase privilegiada… pero para el bien del Estado es preciso que haya una clase privilegiada cualquiera que se interese por su existencia, y es, precisamente, el interés solidario de esta clase privilegiada, lo que se llama patriotismo… El elemento fisiológico es el fondo principal de todo patriotismo, sencillo, instintivo y brutal. Es una pasión natural que, precisamente por ser muy natural, está en contradicción con toda política, y lo que es peor, dificulta el desarrollo económico, científico y humano de la sociedad”.
Para Bakunin hay cuatro elementos sobre los que intenta fundamentarse el patriotismo “1º el elemento natural o fisiológico, 2º el elemento económico 3º el elemento político y 4º el elemento religioso o fanático”. “El patriotismo natural es un hecho puramente bestial que se encuentra en todos los grados de la vida animal y hasta cierto punto en la vida vegetal; el patriotismo, tomado en este sentido, es una guerra de destrucción; es la primera expresión humana de ese grande y fatal combate por la existencia que constituye todo el desarrollo, toda la vida del mundo natural o real; combate incesante, devorador, universal, que nutre a cada individuo y a cada especie con la carne y la sangre de los individuos extranjeros… En el mundo animal, se reproduce la misma lucha, pero más ruidosa y dramáticamente; no es la lucha silenciosa y sin ruido; la sangre corre, y el animal destrozado, devorado y torturado, llena el aire con sus gemidos. Por fin, el hombre, animal parlante, introduce la primera frase en esta lucha, y esa frase se llama el patriotismo… Pero esa destrucción mutua de los individuos vivientes no se encuentra sólo en los lindes de ese mundo limitado que llamamos la gran patria… la gran patria debe dividirse en una multitud de pequeñas patrias animales, hostiles y destructoras las unas de las otras……
Se podría definir el patriotismo natural así: es una adhesión instintiva, maquinal y completamente desnuda de crítica a las costumbres de existencia colectivamente tomadas y hereditarias o tradicionales, y una hostilidad también instintiva y maquinal contra toda otra manera de vivir. Es el amor de los suyos y de lo suyo y el odio a todo lo que tiene un carácter extranjero. El patriotismo es un egoísmo colectivo, por una parte, y, por la otra, la guerra. No es una solidaridad bastante poderosa para que los miembros de una colectividad animal no se devoren entre sí en caso de necesidad, pero es bastante fuerte para que todos sus individuos, olvidando sus discordias civiles, se unan contra cada intruso que llegue de una colectividad extraña…
Ved los perros de un pueblo, por ejemplo. Los perros no forman, por regla general, República colectiva; abandonados a sus propios instintos, viven errantes como los lobos y sólo bajo la influencia del hombre se hacen animales sedentarios, pero una vez domesticados constituyen en cada pueblo una especie de República fundada en la libertad individual, según la fórmula tan querida de los economistas burgueses; cada uno para sí y el diablo para el último. Cuando un perro del pueblo vecino pasa solo por la calle de otro pueblo, todos sus semejantes en discordias se van en masa contra el desdichado forastero. Yo pregunto, ¿no es esto la copia fiel o mejor dicho el original de las copias que se repiten todos los días en la sociedad humana? ¿No es una manifestación perfecta de ese patriotismo natural del que yo he dicho y repito que no es más que una pasión brutal? Bestial, lo es, sin duda, porque los perros incontestablemente son bestias, y el hombre, animal como el perro y como todos los animales en la Tierra, pero animal dotado de la facultad fisiológica de pensar y hablar, comienza su historia por la bestialidad para llegar, a través de los siglos, a la conquista y a la constitución más perfecta de su humanidad…
Yo he querido hacer constar solamente que el patriotismo que nos cantan los poetas, los políticos de todas las escuelas, los gobernantes y todas las clases privilegiadas como una virtud ideal y sublime, tiene sus raíces, no en la humanidad del hombre, sino en su bestialidad… Es un hecho probado por los naturalistas y ya ha pasado al estado de axioma, que el número de cada población animal corresponde siempre a la cantidad de medios de subsistencia que encuentra en el país que habita”.
Según nos dice Bakunin cuando esos medios de subsistencia escasean es cuando se produce el fenómeno de la emigración. “Pero esta migración que les hace romper sus antiguas costumbres, sus maneras diarias y rutinarias de vivir y les hace buscar sin conocimiento, sin pensamiento alguno, instintivamente y a la ventura los medios de subsistencia en países por completo desconocidos, va siempre acompañada de privaciones y sufrimientos inmensos. La parte más grande de la población animal emigrante muere de hambre, sirviendo con frecuencia de alimento a los supervivientes, y la parte más pequeña es la que suele aclimatarse y encontrar nuevos elementos de vida en otro país. Después viene la guerra entre las especies que se nutren con los mismos alimentos; la guerra entre los que, para vivir, tienen que devorarse los unos a los otros. Considerado así, el mundo natural no es más que una hecatombe sangrienta, una tragedia horrorosa y lúgubre escrita por el hombre… El crecimiento y el desarrollo de las especies, están limitados por su propia hambre y por el apetito de las otras especies, es decir, por el sufrimiento y por la muerte. Nosotros no decimos, como los cristianos, que esta Tierra es un valle de lágrimas, pero debemos convenir en que no es madre tan tierna como dicen y que los seres vivientes necesitan mucha más energía para vivir. En el mundo natural, los fuertes viven y los débiles sucumben y los primeros no viven sino porque los otros mueren…
¿Es posible que esta ley fatal de la vida natural, sea también la del mundo humano y social? Los hombres, ¿están condenados por su naturaleza a devorarse entre sí para vivir como lo hacen los animales de otras especies?.. ¡Ay! Encontramos en la cuna de la civilización humana la antropofagia, y en seguida las guerras de exterminio, las guerras de las razas, y de los pueblos; guerras de conquista, guerras de equilibrio, guerras políticas y guerras religiosas…
Y en el fondo de todo esto, a través de todas las frases hipócritas de que se sirven para darse una apariencia de humanidad, y de derecho, ¿qué encontramos? Siempre la misma cuestión económica, la tendencia de uno a vivir y prosperar a expensas de los otros. Los ignorantes, los simples y los tontos, se dejan sorprender; pero los hombres fuertes que dirigen los destinos de los Estados saben muy bien que en el fondo de todas las guerras no hay más que un sólo interés: ¡el saqueo, la conquista de las riquezas de otros y el servilismo del trabajo! Es evidente que hasta ahora la humanidad no ha hecho ninguna excepción para esa ley general de bestialidad que condena a todos los seres vivientes a devorarse entre sí para vivir; sólo el socialismo, poniendo en el lugar de la justicia política, jurídica y divina, la justicia humana, reemplazando el patriotismo por la solidaridad universal de los hombres y la competencia económica por la organización internacional de una sociedad fundada sobre el trabajo, podrá poner fin a esas manifestaciones brutales de la bestialidad humana”.
Parece más que sobradamente demostrado lo que no hemos dejado de repetir durante todo este ensayo, Bakunin fue siempre un anarquista. En cuanto a Marx nunca dejó de ser un germanófilo, nunca varió, al igual que Bakunin, mientras Bakunin siempre buscó la libertad, Marx emprendió la misma búsqueda en pos de la autoridad. Como ya ha quedado claro, esto es debido a un gran antagonismo ideológico y del propio carácter de cada uno, el centralismo de Marx se opone al federalismo de Bakunin, el estatismo al anti estatismo, el comunismo autoritario al colectivismo anti autoritario, la disciplina férrea a la espontaneidad, la obediencia a la voluntad y sobre todo las diametralmente opuestas perspectivas revolucionarias de las cuales se podría hablar mucho.
Mientras Marx solo analiza los factores económicos y olvida y omite el factor individual del ser humano, Bakunin (siendo un profundo materialista y profundo conocedor de Feurbach), exalta el papel del individuo como factor revolucionario, mientras Marx solo se preocupa de la historia y los procesos económicos, Bakunin superpone la voluntad del “yo” como factor revolucionario, mientras Marx se interesa de cambiar las condiciones materiales de vida existentes, Bakunin además de eso eleva al individuo como principal hacedor de la revolución, uno cree en una masa obediente, el otro en un pueblo compuesto por personas concientes, en un caso no hay héroes individuales pero tampoco hay personas, en el otro no hay héroes individuales porque en su conjunto todos son por igual héroes, en definitiva y sin adentrarnos mucho en este tema, Marx es un autoritario y Bakunin un libertario.
Como diría Kaminsky, "Bakunin es el símbolo de un partido vital, el más vital que existe, la revolución misma, Marx es estudiado, Bakunin imitado". Bakunin mismo nos diría “Marx me llamó “crealista sentimental” y tenía razón, yo a él le llame “pérfido, tortuoso y vanidoso” y también yo tenia razón”. “Bakunin llenaba de luz los ojos que lo veían, iluminando los corazones de todos aquellos que lo escuchaban, Marx aburría y deprimía”.
Hasta el final de su vida Bakunin no supo ser otra cosa más que anarquista, ni en su infancia, ni en el cuartel, ni con sus libros de hegelismo en las manos, ni leyendo los de Proudhon, ni en las barricadas, ni en la cárcel, ni en la Internacional, ni en su última revolución, ni en la miseria de su lecho de muerte, pudo dejar de serlo. Por último reproduzcamos el texto que con motivo de la disparidad de criterios que tenían Bakunin y Marx en lo concerniente al papel del campesinado en la revolución, afirmé que iba a mostrar y en el cual puede leerse uno de los mayores cumplidos que desde mi punto de vista se le han hecho a Bakunin, lo curioso es que se le haya hecho con intención de atacarlo y aun más curioso, que se lo haya hecho Marx.
Es un texto de Bakunin (un fragmento de Estatismo y Anarquía escrito en 1873) que Marx se encarga de “comentar”, esto es lo que dice Bakunin “Si el proletariado pasa a ser la clase dominante ¿a quién dominará? Seguirá pues siendo aún una clase sometida a esta nueva autoridad, a este nuevo estado…Por ejemplo, la plebe de los campos que como es sabido no es favorecida por los marxistas y que, situada a más bajo nivel de la civilización, será probablemente dirigida por el proletariado de las ciudades y de las fábricas”. A lo que Marx contesta “Ello quiere decir que allí donde el campesino existe en masa como propietario privado, allí donde constituye una mayoría más o menos considerable, como en todos los Estados del continente europeo occidental, donde no haya desaparecido y ha sido sustituido por jornaleros agrícolas como en Inglaterra, podrían presentarse los siguientes casos: o bien el campesino impide o hace abortar la revolución obrera, como lo ha hecho hasta el momento en Francia, o bien el proletariado (ya que el campesino propietario no pertenece al proletariado y cuando pertenece al mismo debido a su situación cree no pertenecerle) debe, en tanto que gobierno, tomar medidas que permitan al campesino el mejorar inmediatamente su situación, ganándolo así para la revolución, medidas que, sin embargo, faciliten virtualmente la transición de la propiedad privada del suelo a la propiedad colectiva, de manera que el campesino la alcance espontáneamente en el plano económico”.
Hagamos un pequeño paréntesis, en primer lugar, parece que Marx tiene la cabeza llena de confusiones absurdas, un campesino jamás podría ser un elemento reaccionario o contra revolucionario, siempre y cuando entendamos el término campesino como lo que significa realmente, “un trabajador asalariado del campo”, ahora bien, por supuesto que un propietario agrícola no puede ser un proletario, pero eso no sería un campesino sino un terrateniente, un latifundista, éste sí es un elemento consagrado a la reacción, pero es que aquí no se está hablando de esto, se está hablando de campesinos asalariados, Bakunin lo dejó claro cuando se refirió a ellos como “la plebe de los campos”, está claro lo que quería decir Bakunin, aunque no lo esta tanto lo que pudo entender Marx (o quizás sí).
Así, que si ya ha quedado claro que hablamos de campesinos sin propiedades, ¿Cómo Marx puede ser tan obtuso? El entendió perfectamente a lo que se refería Bakunin y precisamente por eso, por su odio contra el trabajador del campo es por lo que dice “el proletariado… debe, en tanto que gobierno, tomar medidas que permitan al campesino el mejorar inmediatamente su situación… medidas que, sin embargo, faciliten virtualmente la transición de la propiedad privada del suelo a la propiedad colectiva, de manera que el campesino la alcance espontáneamente en el plano económico”. Es decir “que la emancipación de la clase obrera no ha de ser hecha por ellos mismos”, ya que no serán los campesinos quienes decidirán sobre su propio destino, ocurrirá justamente lo que advierte Bakunin, que es lo mismo de lo que acusa a Marx, de querer establecer una jerarquía estatista, dándole el poder de su Estado “popular” a los obreros industriales para que decidan cómo deben de establecer la propiedad colectiva y cómo deben de organizarse los campesinos, como vemos se hará de una forma muy “espontánea”, verdaderamente el concepto marxista de la espontaneidad es muy “curioso” (aberrante).
Sobre todo si entendemos cual es el sentido que le da Marx al concepto de propiedad colectiva, que más bien parece un castigo que un beneficio, como veremos en el siguiente fragmento “Pero el proletario no debe contrariar frontalmente al campesino proclamando, por ejemplo la abolición del derecho de herencia o la abolición de la propiedad.” Parece que habla de la abolición de esos yugos como si fueran una condena a la que hay que someterse, excepto en determinados casos en los que se pueden prescindir de ellos ¿no se quiere eliminar la propiedad y la herencia precisamente por el bien de la humanidad? La mente enferma de Marx en pos de demostrar que no desdeña el factor humano, intenta comprender una supuesta psicología campesina infravalorando todo lo que puede al objeto de su estudio, sin comprender si quiera que nadie sería más feliz que el campesino sin tierras (al que él dice no referirse, pero que es al único al que se ha referido Bakunin) cuando la tierra y propiedades que antes eran de uno, ahora pudiera ser de todos, es entendible porqué Marx y sus correligionarios se opusieron a que Bakunin propugnara en la Internacional la abolición de la herencia y la propiedad.
Sigamos con otro fragmento esta vez de Bakunin “O bien, si se considera la cuestión desde el punto de vista nacional, digamos para los alemanes la cuestión de los eslavos, éstos se encontrarán por idéntico motivo, en una sujeción de esclavo con respecto al proletariado alemán idéntica a la de éste proletariado con respecto a su burguesía”. Marx escribe “¡Estúpido! Una revolución social radical está vinculada a ciertas condiciones históricas del desarrollo económico, éstas son lo previo de esta revolución, que solo es posible allí donde, gracias a la producción capitalista, el proletariado industrial ocupa una posición importante en la masa del pueblo”.
Otra pequeña aclaración, resulta realmente sorprendente que los dos únicos sitios, Rusia (1917, destacando el makhnovismo y Kronstadt, antes de que la revolución fuera traicionada por los marxistas) y España (1936, antes de que la mayor revolución de la historia volviera a ser traicionada por los marxistas), donde se ha producido una “revolución social radical” en Europa hayan sido precisamente lugares donde el capitalismo menos asentado estaba y donde más extraño era, donde el grueso del proletariado eran campesinos (en España solo Barcelona tenía un notable proletariado industrial, y aunque allí la revolución fue profundamente radical, también lo fue por campos andaluces, donde se dieron las primeras y más violentas insurrecciones, y aragoneses, donde por cierto se hizo la mayor experiencia autogestionaria de la historia).
La revolución se dio en los dos países menos desarrollados industrialmente de Europa, no fue en Alemania e Inglaterra como creyó Marx, sino allí donde la voluntad de todas las fuerzas revolucionarias convergían en una oleada revolucionaria, tal y como creía Bakunin. Marx no pudo acertar porque no contaba en sus predicciones con el factor humano, su querido capitalismo no tenía ningún factor positivo en el proletariado, no aceleraba ningún proceso ni económico ni social, tan solo aceleraba el hambre, Marx se equivocó al pensar que el “capitalismo estaba cavando su propia tumba”, haya hambre o nos hagan creer que hay una supuesta abundancia (ya que mientras haya ricos nunca podrá haber abundancia para los pobres y desheredados, como mucho llegaremos a creérnoslo, pero ésta nunca llegara a existir), lo que nunca dejará de haber es conciencia, y éste es el principal factor revolucionario “la tumba del capitalismo, la estamos cavando los obreros con nuestras propias manos”.
Y ahora viene por fin el elogio a Bakunin del que antes os hablaba “¡Bonito hallazgo, la idea según la cual el reino del trabajo encierra la opresión del trabajo agrícola! He aquí donde Bakunin descubre su pensamiento íntimo. No comprende nada absolutamente de la revolución social…las condiciones económicas no existen según él. Pero como hasta aquí, todos los sistemas económicos, desarrollados o no, implicaban la sumisión del trabajador, piensa que la revolución radical es posible de igual manera en todos los sistemas.¡Más aún! Pretende que la revolución social europea basada sobre la base económica de la revolución capitalista se realice al nivel de los pueblos agricultores y de pastores rusos o eslavos; pretende que no supere este nivel…No son las condiciones económicas, es la voluntad la base de la revolución social tal como la entiende.” Creo que nunca un simple párrafo ha definido mejor a una persona, mejor dicho a dos personas ¿acaso no es el ideal de todo revolucionario que la revolución se realice en todos los lugares y sistemas? Según Marx no, según Bakunin por supuesto, por que tal y como lo describió Marx “No son las condiciones económicas, es la voluntad la base de la revolución social tal como la entiende.”
Sin querer añadir nada más, y creyendo haber dejado bastante clara mi postura en el presente trabajo, en lo que respecta a la incoherencia, a Marx y sobre todo a Bakunin, me gustaría reproducir una descripción que hizo de Bakunin uno de sus mejores biógrafos, Max Nettlau: “No puede ser analizado aquí en lo que ha moldeado su esencia, en las múltiples influencias que sufrió, y en su manera de reaccionar contra ellas. Con razón o sin ella, vemos una gran continuidad, a pesar de la diversidad extrema de los ambientes. Un gran ideal, grandes obstáculos a destruir, un grupo solidario a defender, con el cual cooperar, al cual inspirar… por su inteligencia, su energía y su asiduidad particulares –y un ambiente que conocía menos y sobre el cual se hizo ilusiones, sobre el que creía poder contar (o que constituía parte de sus planes, quedando convencido o escéptico)-, con esos dos factores siempre representados por individuos, acontecimientos, situaciones diversas, obró Bakunin toda la vida, desde su juventud domestica a su periodo internacional, y ningún revés lo desanimó”.
Solo me queda para cerrar rubricar con una frase, que no pertenece ni a un mito, ni a un terrorista, ni a un ídolo…, simplemente pertenece a un anarquista llamado, Mijaíl Alexandrovich Bakunin: “No miremos nunca atrás, siempre adelante, porque adelante está nuestro sol y nuestro bien, y si nos es permitido y si es útil mirar alguna vez atrás, no es más que para justificar lo que hemos sido y lo que no debemos ser, lo que hemos hecho y lo que no debemos hacer jamás”.